Históricamente la roca caliza ha sido explotada en el Naranco tanto en forma de bloques como para la obtención de cal. Existen diversos tipos de caliza según su composición y edad, lo que determinará que sean más adecuadas para unos u otros fines.
[Edificio de la Junta General del Principado de Asturias y edificio del Banco Herrero en la calle Fruela]
La caliza del Naranco se utilizó en la construcción de algunos de los principales
edificios de Oviedo. En la ciudad podemos distinguir colores de piedra que se
corresponden con momentos de su historia.
Geólogos de la Universidad de Oviedo han diferenciado el Oviedo amarillo y el Oviedo gris.
El Oviedo gris corresponde a una época muy concreta, entre 1870 y 1940, y está construido
en gran parte con caliza gris marmórea del Naranco, una piedra fina y bastante resistente
al deterioro.
Algunos de los edificios construidos con ella se encuentran entre los más
emblemáticos de la ciudad, como la casa de García Conde, al inicio de la calle Uría;
el Banco Herrero, en la calle Fruela; el Palacio de la Diputación, sede de la Junta
General del Principado; o el piso inferior del Teatro Campoamor, entre otros.
[Teatro Campoamor y Casa García Conde en la ciudad de Oviedo]
Para obtener la cal es necesario quemar la piedra caliza. Esta piedra está compuesta mayoritariamente por carbonato de calcio que, sometido a combustión a una temperatura de unos 1000 ºC, se reduce a óxido de calcio. Este producto resultante, en forma bloques, se denomina cal viva; mientras la hidratación de esos bloques los transforma en una pasta denominada cal muerta.
[Ilustración: Enciclopedia de las artes y oficios. Autores: Diderot y d'Alambert. Año 1765]
La combustión de la piedra caliza se ha realizado tradicionalmente en los caleros, unas construcciones muy sencillas, pero que deben reunir un conjunto de características.
Suelen tener planta circular y sección cilíndrica o troncocónica, aprovechan declives del terreno que faciliten las condiciones térmicas necesarias y el proceso de carga y descarga de materia prima y producto.
En el Naranco tenemos dos ejemplos excepcionales de caleros, donde podemos observar
el cambio técnico que se produce a mediados del siglo XIX.
El calero de Folgueres es el más antiguo de los dos , y muestra las características
de la producción de cal en el siglo XVIII.
La introducción del combustible fósil en este tipo de labores, a partir de mediados
del siglo XIX, queda reflejada en el calero de Muslera.
Además existen otros dos caleros, Caleros de la Cantera, en la ladera sur del monte.
La técnica que se emplea en la producción es muy antigua, prácticamente invariable desde época romana.
Este calero utilizaba combustible vegetal para calcinar la piedra, lo que implicaba un gran esfuerzo
y bastante tiempo para conseguir el producto final, pues era necesario alimentar constantemente
el fuego y mantenerlo a una temperatura muy alta.
El combustible se introducía por la boca frontal del horno y sobre éste se colocaba la piedra
en cada hornada siguiendo una fórmula bastante laboriosa. El retallo, o estrecha bancada que
recorre el cuerpo del calero a unos 80 cms. sobre la base de la caldera, permitía apoyar la
carga de piedra. Ésta debía formar una falsa bóveda creando el espacio necesario para generar
y mantener la combustión del horno.
El remate exterior, una vez el calero ha alcanzado su carga máxima, se podía realizar de dos formas:
colocando una última capa de piedra de forma más o menos horizontal, que no se calcinará de forma
completa, o formando un cono de piedras ligadas con arcilla en que se dejarán aberturas de ventilación.
Conseguida la reducción de la piedra a cal, la descarga del horno habría de realizarse desde arriba.
En esta construcción se observan los cambios resultantes de la introducción de una nueva técnica,
derivada de la utilización del combustible fósil, con mayor capacidad energética.
La estructura exterior de este calero está realizada en mampostería de caliza,
mientras el cuerpo se construyó en ladrillo refractario.
La carga se realizaba colocando de lechadas de piedra intercaladas con capas de gandinga
(residuos de carbón, que muchas veces se conseguían cribando los ríos de las zonas carboneras).
El retallo anterior se ha sustituido por una rejilla de hierro, en parte móvil y en parte fija,
sobre la que se colocaba leña para prender la primera capa de gandinga.
La carga del horno se hace menos laboriosa que en el método antiguo, y la combustión se mantiene por sí sola tras
el primer encendido.
La descarga del horno se haría en este caso por la boca frontal, abriendo la rejilla
periódicamente para dejar caer la cal ya reducida.
En este punto de la ladera Sur del monte existían dos caleros a principios de la década de 1950.
En el mismo punto se conserva una tolva, por lo que esta pequeña cantera
explotaba también piedra en bloques.
Durante los años de la posguerra se produjo una reactivación de la producción artesanal de cal,
ante la demanda de algunos tipos de industrias y la escasez de cemento, que había empezado
a sustituir al antiguo ligante usado en la construcción.
A partir de la década de 1960 los últimos caleros se van abandonando en favor
de una producción industrial realizada por las propias fábricas que demandan cal,
abandonado ya su extendido uso en los terrenos agrícolas y en la construcción.
Referencias
.Alonso, F.J.; Aramburu, C. y Valdeón, L. (2016). Las piedras de los monumentos de Oviedo.
.GeoloGuía 16. Departamento de Geología. Universidad de Oviedo.
.García López del Vallado, J.L. (2009). La cal en Asturias. Muséu del Pueblu d’ Asturies. Gijón.