La comercialización del hielo parece algo relativamente moderno pero la fabricación de hielo
comprende una industria milenaria.
La actividad de los neveros artificiales es conocida
desde tiempos de los griegos y romanos (3000 a. C.); aunque su gran desarrollo
tuvo lugar entre los siglos XVI y XIX, y ha sido utilizada
hasta mediados del s. XX cuando aparecen los primeros frigoríficos. Hasta ese momento,
la conservación de alimentos se realizaba gracias métodos de conservación como la salmuera,
adobos… o el aprovechamiento de la nieve. Este último sistema fue la
base para un trabajo y una profesión que pervivió hasta aproximadamente 1931.
En la cara norte del pico Paisano, se encuentran los restos de cuatro pozos de nieve.
Situados a una altura aproximada de 600 metros sobre el nivel del mar y agrupados en parejas,
dos de ellos se encuentran en el Pevidal y otra pareja en La Vara.
Se puede suponer que eran ya utilizados en el siglo XVII y que poco a poco, ya a finales del S. XIX,
cayeron en desuso, cuando aparecieron las primeras fábricas de hielo. Abastecían de hielo a farmacias,
hospitales y algunos comercios de Oviedo y alrededores.
En la antigüedad clásica los médicos ya prescribían la utilización del frío con fines medicinales.
Este uso se recuperó con fuerza en el Renacimiento.
La primera obra monográfica europea sobre este tema, al parecer,
es del médico valenciano Francisco Franco y se titula Tratado de la nieve y del uso della
(Sevilla, 1569).
Los usos terapéuticos más comunes del hielo han sido: rebajar la temperatura
en los procesos febriles, los producidos por la epidemia del cólera, como calmante
en casos de congestiones cerebrales y particularmente en la meningitis,
detener hemorragias y como anti-inflamatorio o en los traumatismos, esguinces o fracturas.
Además de estas aplicaciones, existe la parte lúdica de consumo de alimentos fríos o helados.
La progresiva implantación de fábricas de hielo a finales del s. XIX en diversas
ciudades fue dejando de lado la red de neveros artificiales y la producción de hielo aprovechando el clima.
Además de las aplicaciones medicinales de la nieve también existía la parte lúdica de consumo de alimentos frios o helados.
Ya en 1885 el periódico El Comercio publica cómo hacer helados de mantecados utilizando el hielo artificial:
Enlace a la receta de helados mantecados en el diario "El Comercio"
La progresiva implantación de fábricas de hielo a finales del s. XIX en diversas
ciudades fue dejando de lado la red de neveros artificiales y la producción de hielo aprovechando el clima.
Dado el interés comercial que tenía la nieve, era frecuente leer anuncios en la prensa local de la época ofertando el producto.
En 16 de marzo de 1887 se anunciaban en El Carbayón los pozos de la nieve de El Pevidal en estos términos:
“Nieve Natural. D. Ramón Aller y Rivero. Naranco (Pevidal). El antiguo proveedor de este artículo anuncia al público que se encuentran sus propios pozos de Naranco surtidos en grande escala, y además dispone como arrendatario de los cinco grandes de la parroquia de Bermiego, de Quirós, Puerto grande, para atender con mayor esmero a sus consumidores, sin ninguna alteración de precios, tanto los unos como los otros.
Advierte pues, que de la de Naranco, a las tres horas de pedido en la casa de su depósito, D. Francisco Barco, calle de Jesús, Oviedo, se dará cumplimiento a domicilio. Lo que anuncia para que llegue a conocimiento de los consumidores de dicho artículo, no solo de Gijón y Avilés, sino de todos los puntos de la provincia”. "
El anuncio del 7 de abril de 1888 decía así:
“Nieve natural. Ramón Ayer y Compañía, como único dueño y arrendatario de los pozos de Naranco, Morcín y Beraniegos, son los únicos que pueden proporcionar nieve natural a todos los que deseen dicho artículo. Cuentan, al efecto, con gran surtido, y pueden darla en gran escala. Para encargos, dirigirse a D. Pedro Francos y hermano, Luna, 13. Los pedidos de 50 kilos en adelante se harán a precios módicos”.
El 23 de mayo el anuncio era éste:
“Nieve natural. Desde el 23 del actual saldrá cada segundo día de esta ciudad un carro conduciendo nieve para la villa de Avilés. El carro admite seis asientos, y el conductor se encarga de transportar cuantos objetos se le confíen. Horas de salida: de Oviedo, de tres a cuatro de la mañana, y de Avilés, a las dos de la tarde. Precios económicos. Se admiten encargos en Oviedo, establecimiento de D. Francisco Barco, calle de Jesús, y en Avilés, D. Celestino Suárez, Café Universal”.